miércoles, 14 de septiembre de 2011

Entre Cuentos




(Del lobo feroz a la bella durmiente)

Te sigo esperando en la calle Grimm, número 13, muchacha. Ya me he cansado de escribirte cartas para las que al parecer no hay respuesta, a saber si los servicios de cartería las extraviaron. Pero aquí sigo, con este triste ramo de rosas rojas que agonizan en mis manos, sordo a las tentaciones del desengaño. Será porque ya me desilusioné de tantas otras cosas muchos años antes, que lo único que no me hace desesperar es imaginar que algún día aparecerás con tu radiante y algo tímida sonrisa, con ese brillo de inocencia en los ojos que quiero ver cada nuevo amanecer, con esa voz de niña frágil y musical que te adjudico en mis fantasías. Ha llovido mucho, una auténtica barbaridad, sí, y estoy a los pies de esta farola calado hasta los huesos; pero la lluvia no es ningún problema para mí, nunca me desagradó escuchar su melodía átona, ni sentir su beso pródigo. Me ahogaría en el más hondo de los pozos, con mi estómago atiborrado de piedras, después de haber bailado un tango salvaje contigo y hacerte mía una loca noche entera y decirte lo mucho que te quiero, princesa. Me queda, no obstante, aprender una lección vital, el follar con amor, y así quizás estaría a un paso de la felicidad, porque no soportaría hacértelo si no te amara con todo mi tosco corazón. Me pregunto si seguirás durmiendo ese sueño de los justos, tu sueño inexpugnable, si recorres distancias imposibles por empalagosos prados en compañía de príncipes guaperas que saltan de flor en flor con sus besos traidores. Me temo que así me quedo, aquí me quedo, amante ignorado, eso sí, con mis esperanzas imbatibles. Mientras aguardo a que mi deseo se haga realidad, con la piel y el alma mojadas, a la luz de esta cansina farola, con las rosas marchitándose en mis manos, sigo afilando los dientes ansiosos que engalanan mi boca y anhelan apresar tu dulce lengua, que tantos cuentos ha contado y una sola fruta envenenada ha probado, en un carnívoro beso que no me canso de ensayar.





Autor del relato: Felipe Manuel O. Cecilio
Cáceres
España



La presentación que le puse al cuento:
Seducir siempre fue juego de riesgo, con múltiples variables, donde la atención presta una importancia vital para poder responder con efectividad. Escuchar con ojos y oídos, tus pálpitos y sus pálpitos. Investigar con la yema de los dedos el ritmo que imprime su sangre mientras se colapsa al contacto de tu cuerpo. En este Cuento, Felipe Manuel O.Cecilio nos relata sus andanzas en busca de ...
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Una propuesta de Mimí B- Ana Rico.

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